Algunas personas me recuerdan a un pobre inmigrante a quien descubrieron caminando por las vías del ferrocarril de nueva Jersey. Sobre los hombros llevaba un pesado bulto y en su penoso caminar, agotado como estaba, se parecía al peregrino de la historia de Bunyan con su carga. Al pasar por una estación, un agente le ordenó que se quitara inmediatamente de la vía, y le advirtió que podía ser arrestado por violar propiedad privada.

El hombre protesto y le mostró un pasaje de ferrocarril valido para el tramo de la ciudad de Jersey a Scranton. El agente se quedó mirándole perplejo, y le preguntó porqué entonces iba a pie en vez de viajar en el tren.

El pobre inmigrante le respondió que pensaba que solo el pasaje le daba derecho a caminar por la via. Le aclararon su error y el hombre agobiado por el cansancio, se subió encantado al siguiente tren con rumbo a su destino.

Sin duda, los ángeles deben de observar atónitos a las miles de personas que avanzan penosamente angustiadas y agobiadas por las cargas que les impone la vida, sin invocar jamás la ayuda divina y sin esperanza en el futuro.

Una de las mayores tragedias en los dias de hoy, es observar a tantos  hijos de Dios andando timidamente por la vida y no se adueñan de lo que les pertenece debido a su incredulidad, su falta de fe, y su falta de confianza.

Fuente: Libro Dichos y hechos – Editado por Alberto Conti