Libres del espiritu de religiosidad

Libres del espíritu de religiosidad
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Libres del espiritu de religiosidad

Cuando queremos agradarle a Dios con nuestros logros y conquistas

La transformación de Pablo es algo que a mí me conmueve, y lo he vivido personalmente, he tenido tantos conflictos con el espíritu de religiosidad, mi vida ha sido muy golpeada desde niño, he tenido experiencias, me gustaría contarte aquí, cómo el espíritu de religiosidad se manifestó en mi vida.

Para poder ilustrarte lo que quiero compartir contigo a través de esta lección, tal vez haya tenido más problemas que tú, que participas de esta aula, y durante tanto tiempo en mi vida tuve orar para que Dios me libre de la mala influencia de la religiosidad, estructuras de pensamientos, patrones de comportamientos, creencias muy arraigadas en mi vida que me hicieron mucho mal y me confundieron y me engañaron haciéndome creer que estaba haciendo lo correcto.

Cuando era niño y tenía 12 años, recuerdo que yo nací en un hogar católico, como la mayoría de los latinos; la influencia católica fue muy fuerte, desde chico y de joven participé en grupos juveniles en la iglesia católica, y fueron de bendición porque fue lo que me introdujo a la palabra de Dios, y mi relación y caminar con Dios. Tuve lindas experiencias en el catolicismo, pero también muchas experiencias que me marcaron y me hicieron mucho daño que por mucho tiempo me influenciaron para andar desviado del propósito de Dios para mi vida.

Era un joven lleno de conflictos, de dudas, de temores y de miedos como todo el mundo; y mi concepto de Dios era que Él era un Ser distante a nosotros, y mi concepto de Dios era algo abstracto, nunca tuve una relación cercana con Dios. Es más, tenía miedo de Dios, nunca me olvido de un episodio cuando era jovencito, cuando siendo adolescente, recuerdo que ese día yo quería ir a la misa; yo quería participar de una misa especial cerca de mi casa porque eran días de celebración, de fiestas religiosas católicas. Creo que no tenía más de 10 o 11 años, y ese día domingo, la misa comenzaba a las 7, yo me había preparado, estaba listo para ir, pero me distraje viendo un programa de televisión; la cuestión fue que se me hizo tarde. La misa comenzaba a las 7 y yo salí eran las 7:15, 7:20, y salí corriendo para no llegar tarde, no llegar atrasado y no perderme el resto de la misa.

Eso me trajo un poco de preocupación porque yo quería estar presente y hasta me sentí mal y en condenación por haber salido tarde, y ya casi llegando a la iglesia, recuerdo que pasé por un lugar donde había una obra en construcción, ya en mi ciudad se estaba poniendo bastante oscuro, eran las 7 ya, era invierno, era casi de noche, prácticamente todo oscuro, entonces no podía ver, no había claridad y ni una buena visibilidad de lo que había por delante, recuerdo que venía corriendo y cuando pasé por la obra en construcción mi cuerpo chocó violentamente con un alambre que estaba puesto desde la calle desde un poste de la vereda hasta dentro de la casa; porque habían estado construyendo y estaban haciendo la vereda y había cemento fresco, entonces para evitar que la gente transitase por el lugar donde había el cemento habían puesto un alambre, que para mí había sido totalmente invisible, no lo había captado, no lo vi, así que cuando vine corriendo yo reboté con violencia en el suelo y me di un golpe tan fuerte en la cabeza.

Por la misericordia de Dios, yo recuerdo que era niño todavía, que no era grandecito, no era alto, y por unos centímetros más ese alambre podría haberme atravesado el cuello, porque venía con mucha rapidez. Dios en su misericordia me protegió y no permitió que nada malo me sucediese. Yo recuerdo que el dolor fue tan grande que empecé a llorar y comencé a sentir dentro de mí como una frustración y una rabia dentro de mí; yo quería ir a la iglesia y sentí como que Dios estaba enojado conmigo.

Esa experiencia fue traumática para mí porque por mucho tiempo sentí como esa mano de Dios poniéndome sus límites y diciéndome: “Calma, no es así”, no hacía falta que yo corriera. Yo estaba avergonzado y sentía culpa, remordimiento, condenación por llegar atrasado a la iglesia.

Es lógico, yo malinterpreté esa situación, pensé que era Dios. Yo lo interpreté como que Dios estaba enfadado conmigo; nunca me olvido de esa experiencia, quedó como una herida dentro de mi alma. Siempre tuve miedo de que Dios estuviese enojado con mis actitudes, con las cosas que hacía. Entonces, a lo largo de los años, en distintas situaciones, ya cuando fui creciendo, cuando fui un joven, cuando me volví adulto; durante muchos años me quede con ese recuerdo, como que Dios estaba enojado conmigo, lo que me hizo tomar decisiones muy extrañas, basadas en el temor que sentía de un Dios que parecía que siempre estaba enojado, y es una pena que yo hubiese pensado así; no tenía una revelación del amor de Dios, de que Él no era culpable de ello. Ese alambre que estaba puesto allí, había sido puesto para que la gente no pasara y no pisase el cemento fresco, pero no era culpa de Dios, el error fue mío por andar corriendo, por andar precipitado.

Para mí es una lección que en la actualidad, me viene a la memoria, ya habiendo sido sanado de muchas experiencias, y habiendo experimentado la libertad de Cristo Jesús. Sé que para las cosas de Dios se tiene que activar en nosotros el don de ir más despacio en ciertos momentos de nuestra vida y cuento esta experiencia porque he tenido momentos en la vida en que he sido muy religioso en mi forma de vivir mi vida en relación con Dios. He querido agradarle con cosas, he querido mostrarle a Dios que yo le amaba a través de logros.

Por eso voy a hablarte ahora cómo se manifiesta el espíritu de religiosidad en el mundo actual en el que vivimos, en nuestra cultura el espíritu de religiosidad es un verdadero demonio que busca sustituir el poder del Espíritu Santo en nuestra vida por actividades religiosas.

Y su objetivo principal es tener a los hijos de Dios, miembros de iglesia, por ejemplo, aparentando ser piadosos, pero su conducta desmiente el poder de la piedad, del amor. Es una fe no fingida como dice en Timoteo.

El apóstol Pablo nos exhortan diciendo que no nos debemos meter con ese tipo de gente, ese espíritu religioso es la levadura de los fariseos y los saduceos, la cual nos advierte el Señor Jesús.

En esta sección voy a hablarte cómo se manifiesta el espíritu de religiosidad. El espíritu de religiosidad, por ejemplo, su modus operandi, el actúa negando el carácter y la palabra de Dios. Recuerdas cuando en el libro de génesis, todos conocemos la historia de Adán y Eva, en génesis 3:1 la biblia dice que la serpiente siendo más astuta que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho, le dice a la mujer: ¿Conque Dios ha dicho: “No comáis de ningún árbol del huerto”? Con que Dios te ha dicho? Así que Dios te dijo? Así que fue Dios que te dijo eso? Es una voz tan sutil que viene a nuestra mente y nos seduce, niega la esencia, el carácter de Dios y nos tienta con medias verdades, para hacernos creer otras cosas, es así que el espíritu de religiosidad opera, obra en los tiempos actuales.

Por eso tenemos que conocer la palabra, por eso la palabra debe ser revelada a nuestra vida y necesitamos estar alineados con el propósito de Dios.

Cómo se manifiesta el espíritu de religiosidad? Anda en hipocresía, tiene un doble estándar, es un espíritu que hace que muchos de nosotros demos más importancia a las tradiciones que al poder de Dios.

Por ejemplo en la palabra de Dios dice en Mateo 15:3 Respondiendo Jesús, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? Tremendo! En el versículo 7 al 9 dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.

Eso es algo fuertísimo amados, a través de la religiosidad, a través del legalismo, muchas iglesias han manipulado millones de fieles con esta actitud, otra forma de manifestación, anda en hipocresía, tienen un doble estándar, en la iglesia se comporta de una forma y en su casa se comportan de otra, que terrible eso no?

Contaba un juez que era cristiano, en un juicio, le llamaba la atención que en muchos presidios, la mayoría de los que estaban allí eran cristianos evangélicos nacidos de nuevo, bautizados, muchos eran líderes ya cristianos, obreros, participaban de la liturgia de la iglesia, participaban activamente en la obra, en el ministerio y luego terminaron siendo seducidos por ese espíritu que los llevó a cometer atrocidades y quebrar las leyes impuestas por Dios, para que podamos tener orden en el mundo en que vivimos. Que terrible hermanos!

El espíritu de la religiosidad prioriza las tradiciones por encima de la adoración, ya mencione recién un versículo sobre eso. Recién hable del celo religioso. Muchas veces el celo religioso, nuestro deseo de hacer las cosas con convicción para Dios, con entusiasmo, con pasión, ser movido por el fuego de Dios muchas veces hace que nosotros construyamos un sistema de creencias que, en vez de ser movido por la compasión y el amor de Dios, es fundado y basado en reglas, en dogmas, en doctrinas y muchas veces la organización es más importante que el propio Dios.

Es por eso que el celo religioso es algo que debemos tener mucho cuidado, de no confundirnos, que por servir a Dios estamos agradando al Señor. Muchas veces a través del celo religioso queremos ser vistos, por eso debemos tener mucho cuidado con eso. Tenemos que agradar a los hombres en vez de agradar a Dios? Cuidado con ello amado.

Autor: Alberto A. Conti – Extraído de Intercesores en la Brecha

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